La moda por la cocina
llamada “de kilómetro cero” está en auge en nuestro país. Algunos de los
mejores restaurantes han optado por la iniciativa de preparar sus platos con
las primeras materias que le ofrece la tierra en un radio inferior a 100
kilómetros. Este concepto se puede asociar al movimiento Slow Food, nacido en Italia y fundado por Pero Carlo Petrini, que combina
el placer con el conocimiento, el arte de degustar y saborear, todo lo
contrario que nos supone el concepto de Fast
Food. La Asociación Slow Food
expresa que “sostiene la necesidad de la educación del gusto” y se posiciona en
contra del fenómeno de la “macdonaldización”.
Del mismo modo que se
otorgan las “Estrellas Michelín” también se otorga la categoría “Cocina
Kilómetro”. Estos deben tener un mínimo de cinco platos en su carta que sean
elaborados con los ingredientes que cumplan las condiciones ya mencionadas. Podríamos
considerar ecochefs a los cocineros
fieles a la cocina de “Km 0” por su vínculo estricto a los productos
ecológicos. Su respeto por el medioambiente define su tipo de cocina como gastrobotánica, intentando un
distanciamiento con el desarrollo industrial y los fertilizantes químicos.
La accesibilidad a la
“Cocina Kilómetro 0” mejora para aquellos que tienen sus restaurantes a las
periferias, de este modo pueden cultivar sus propias verduras y hortalizas. El ecochef Oriol Rovira del restaurante
“Els Casals”, también conocido “el payés del siglo XXI”, explica en su página
web que en su establecimiento ofrecen tanto platos típicos como cocina
innovadora y trabajan con productos de su finca o de los alrededores. En
Vancouver (Canadá) también se desarrolla este tipo de cocina por el Chef Peter Roberstone ofreciendo en sus
menús la mejor calidad a través de estos productos ecológicos y sostenibles.
Según Valentí Mongay, coordinador de los cocineros españoles del movimiento Slow
Food, en un artículo publicado el pasado 5 de marzo
en La Vanguardia, explica que “siempre
debemos regirnos por el principio de proporcionar platos buenos, limpios y
justos: buenos de sabores; limpios porque su producción no daña el medio
ambiente, y justos porque se recompensa al productor; recibir una caja de
verduras o de frutas de alguien cercano y no obtenerla de manos de un comercial
o un transportista sin que se sepa de dónde viene”.
Traer los productos de otros
continentes provoca una cantidad abrumadora de emisión de CO2 debido a su transporte, la cual cosa no tiene sentido teniendo
el mismo producto al lado de casa. Lo que
está en juego es la calidad del producto final, la mejora del gusto y
los beneficios para la salud de las
frutas y verduras, a la vez que se transmiten los valores de la
proximidad a través de lo natural extraído directamente de la tierra.
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